Mi abuelo nació en 1927 en una familia pobre y humilde, por eso no pudo estudiar y tuvo que trabajar. Cuando empezó a hacerse mayor, llegó la radio, algo que para él era increíble. ¿Cómo era posible escuchar voces y música a través de un trozo de metal, de madera, con cables y botones? Se quedó boquiabierto. ¿De dónde venían esas voces y esa música? ¿Qué eran las ondas?
Siguió su vida pensando que el mundo estaba cambiando, cuando llegó la televisión. ¡Otro palo para mi abuelo! ¿Cómo le explicaban qué era la televisión? Un aparato donde se veía a personas en blanco y negro, como si estuvieran. Mi abuelo, la primera vez que vio una televisión, le dio vueltas para ver dónde estaban escondidas las personas que estaban dentro. Extrañado intentó que alguien le explicara cómo era posible ver gente a través de la tele. Y le volvieron a decir que eran las ondas.
Mi abuelo no se enteró de nada. Lo único que hacía era trabajar y trabajar para sacar a su familia a delante, pues quería comprarse una tele, para saber cómo funcionaba. Transcurridos varios años creyendo que este mundo no iba a cambiar más, le aparecen en casa con un ordenador, con el que sus nietos jugaban con unos machanguitos y les preguntó ¿qué es eso? Los nietos le contestaron que era un videojuego. Mi abuelo, perplejo, le preguntó que era un videojuego. Y le dijeron que era un juego que estaba dentro del ordenador.
Un año en reyes, sus hijos le regalaron un teléfono móvil. Mi abuelo exclamó ¡dónde está el cable para enchufarlo a la pared!, ¡esto está roto! Él estaba acostumbrado al teléfono fijo, que estaba enchufado a la pared. Entonces sus hijos tuvieron que explicarle qué era un móvil, que existía una cosa que eran las ondas. Y que los móviles no iban por cable, iban por satélite, donde había una cosa llamada internet. Cosa que ahora, cuando nacemos, ya tenemos. Es algo normal. No nos preguntamos, el porqué, el dónde y el cuándo. Mientras que mi abuelo, con 86 años, todavía se preguntaba cómo puede hablar desde los tomateros, hasta Gran Canaria donde vive su hija. A veces lo he escuchado gritar, él cree que gritando lo escuchará antes.
Ésta es la historia de mi abuelo y sus tecnologías. Para nosotros es tan simple como ver la tele, jugar al ordenador, llamar por el móvil, meterse en internet, pero si tengo que explicarle a mi abuelo qué es el facebook, el tuenti y el WhatsApp me voy a cargar a mi abuelo. Y yo no quiero, quiero que siga viviendo feliz con sus cabras.